Me doy cuenta de que en ocasiones, duele lo que escucho dentro de mi. A través de mis pensamientos, o a través de mis emociones, igual que duele el cuerpo físico. A veces son solo tensiones suaves, que pueden llegar a convertirse en molestias y, si no lo escucho aún, forman dolores agudos y/o crónicos. En todo lo que soy. 

¿Te ha pasado alguna vez que no has hecho caso a las molestias, hasta que se convierten en dolores que ya no se ocultan, ni tras los analgésicos?

Quizá este camino lo transitamos muchas personas hasta que tomamos la decisión en firme de empezar a cuidarnos.

Y así, cuando decidimos prestarnos atención, sucede que se llega a escuchar un susurro que avisa. Un susurro que nos salva de sufrir dolor agudo. Si le hacemos caso, claro.

Acuerdos internos que pueden ser sencillos

Es necesario empezar a cuestionarnos cómo empezar a caminar el sendero del autocuidado y del amor propio o amor hacia dentro. Cuáles son las señales a seguir, dónde poner la atención para no despistarnos del camino.

Estos son unos ejemplos sencillos de cómo no despistarnos y mantener la presencia:

- Respirar conscientemente más a menudo.

- Poner atención en la forma en que camino; La velocidad a la que voy; las sensaciones sobre mis pies; la presencia en la geografía del terreno...

- Hablar más despacio, con un tono de voz que mi garganta disfrute, con el volumen adecuado para poder escuchar mi corazón, respirando por la nariz, sonriendo. 

- Escuchar las sensaciones de mi cuerpo cuando se tensa y darme cuenta de lo que estoy haciendo, pensando o diciendo cuando esto sucede.

Por eso escuchar: para tomar decisiones de cambio. Esto es valiente. Requiere coraje.

Y, por último e igual de importante, respetar la propia decisión. 

ESCUCHAR - ME ; TOMAR DECISIONES ; RESPETAR LA PROPIA DECISIÓN

Compromiso. Sí, nadie dijo que fuera fácil. Pero tampoco es difícil.

Y así vamos desplegando en yoga los brillos del corazón.

Hoy: escucha amorosa, coraje y compromiso.

Gracias.